Cuando se habla de buen diseño, por ejemplo, el de un teléfono, (pero también de cualquier otro gadget) usualmente hablamos de cómo se ve, pero eso es solo una pequeña fracción de su diseño.
Cada uno de los productos que usamos es la suma de un gran número de decisiones –buenas y a veces no tan buenas–, algunas pensadas en el negocio (por ejemplo, en reutilizar el molde de una parte o un componente electrónico en la siguiente generación para optimizar el tiempo de vida del molde y su rentabilidad), otras sobre la tecnología disponible y sus límites (por ejemplo, que se necesita agregar un ventilador porque el sistema genera demasiado calor), y las más importantes: las inspiradas en las personas que lo usarán.
Inspirar los diseños en las personas no solo tiene que ver con que el diseño sea ergonómico, (o sea, considerado con la fisiología humana) sino también con que conecte con los comportamientos, necesidades, miedos, deseos y el contexto de las personas.
Los diseños más exitosos logran más ventas para el negocio, pero también logran tocarnos emocionalmente porque cambian nuestra forma de ver las cosas y mejoran (aunque sea poquito) nuestras vidas.
Alice Rawsthorne dice en su libro Hello World que cuando el diseño se implementa sabiamente, puede traernos emociones muy positivas*. Es por eso que los grandes diseños se ganan un espacio en nuestras casas, espacios de trabajo y rutinas: se vuelven más humanos en la medida que los usamos.
Entonces, ¿cómo sabemos que estamos viendo un buen diseño?
¿Es emocionante?
Un diseño nos puede emocionar al verlo, (emoción visceral), al usarlo (por el confort o placer que nos genera su función) y al reflexionarlo (por las memorias que nos genera). ¿Recuerdas tu primer Nintendo, el discman o tu primera grabadora con CD?
¿Es consistente?
No se puede diseñar unos zapatos con una suela muy cómoda pero con agujetas que aprieten, si la promesa del diseño es la comodidad, todo el diseño debería ser cómodo.
¿Es confiable?
Si “contratamos” a un producto para que haga un trabajo por nosotros, el diseño debe permitir que le deleguemos ese trabajo sin preocuparnos. Los microondas están entre los diseños menos confiables que puedo pensar – sus funciones “inteligentes” siempre requieren que los estemos cuidando–. ¿Confías en tu microondas?
¿Es humano?
Nuestros smartphones, por ejemplo, se han convertido casi en extensiones nuestras. Los usamos para prácticamente todo, desde su función principal (hacer llamadas), hasta para tomar fotografías, pedir un taxi e identificar una canción en la calle.
¿Requiere de explicaciones?
Si alguna vez has usado un producto que te ha hecho sentir como un tonto, es probable que esté mal diseñado. Si el producto fue diseñado cuidadosamente, sabremos usarlo instintivamente. Un producto o servicio debe explicarse a sí mismo y hacernos sentir cómodos en vez de estresados. Si un diseño te hace sentir frustrado, es culpa de quienes lo diseñaron, no tuya.
¿Facilita la vida?
Se trata de que el producto te ayude proactivamente, no al revés. Un buen producto simplifica las cosas al usuario y ello considera acotar al mínimo los errores al usarlo. Por ejemplo, una app para pagar servicios debe ayudar al usuario a hacer transacciones de manera fácil, no complicarle más la vida ni propiciar errores que, al contrario de lo que busca el usuario, dificulten el proceso.
¿La estética ayuda o estorba?
Los elementos visuales o gráficos son una solución rápida que los diseñadores usan para llamar la atención de los productos, pero la estética debería ser parte integral de la función del diseño mismo, no una distracción.
¿Está diseñado para durar?
Cuando tenemos que gastar demasiada energía asegurándonos que el producto se mantenga funcionando, quizá no fue diseñado para durar. Los productos deberían trabajar para las personas y no al revés. ¿Recuerdas algún producto que cuidaste mucho y que no duró?
Diseñar es tejer un puente entre lo que existe hoy y lo que imaginamos que existirá en el futuro, ¿qué futuro imaginas tú? Yo, uno bien diseñado.
*Rawsthorn, Alice. Hola mundo (p. 8). Penguin Books Ltd. Edición
Sobre el autor...
Luis López, 'Lulo', Design director en frog, firma líder global en diseño y estrategia. Lidera el estudio de la Ciudad de México, inaugurado en marzo de 2020.