Científicos australianos de la Universidad de Melbourne trabajan en un electrodo del tamaño de un cerillo que se sirve de un entablillado para permitir que pacientes con lesiones en la columna vertebral –hasta ahora irreversibles– puedan volver a mover sus extremidades utilizando solo la mente.
El electrodo se implanta dentro de una vena que se encuentra en el cerebro y envía señales por medio de comandos eléctricos para mover la parte mecánica de este dispositivo. Se trata de algo muy similar a los exoesqueletos que existen en la actualidad, con la gran diferencia de que éste no requiere un control para moverse.
El proyecto es fruto de una colaboración entre el Royal Hospital de Melbourne y el Instituto de Neurociencias y Salud Mental Florey de la Universidad de Melbourne. Los resultados de sus investigaciones se publicaron esta semana en el diario Nature Biotechnology.
Thomas Oxley, neurólogo del Royal Hospital de Melbourne, comentó que la idea comenzó cuando se le ocurrió que el movimiento de extremidades biónicas con el pensamiento podría lograrse al implantar un dispositivo en el cerebro. Una serie de estudios posteriores demostraron que al implantar un electrodo de este tipo en una vena cerca de la corteza motora –un centro clave del cerebro–, permiten obtener la misma respuesta que al insertar otro mecanismo directamente en el órgano. Esta idea derivó en la propuesta de Oxley.
“El dispositivo es mucho menos invasivo que las demás opciones para lograr esta meta. Además, este implante puede permanecer en el cuerpo por un periodo más largo de tiempo. No hay un dispositivo clínico que haga esto en la actualidad”, comentó Terry O’Brien, director del departamento de medicina y neurología del Royal Hospital de Melbourne y de la Universidad de Melbourne.
El electrodo graba señales cerebrales, las captura, las decodifica y las transmite inalámbricamente por la piel para controlar un exoesqueleto. Pero esto no es todo, al analizar y grabar señales cerebrales, el dispositivo abre un abanico de aplicaciones posibles. Por ejemplo, en un paciente epiléptico el aparato podría prevenir un ataque y disminuir posibles lesiones al usuario.
Iniciará pruebas en humanos en 2017
El dispositivo ya se probó en ovejas y comenzará sus primeras pruebas en humanos en 2017. De acuerdo con un comunicado de la Universidad de Melbourne, los pacientes que se sometan a este proyecto deberán aprender a caminar y a moverse mientras se acostumbran a "codificar" las señales que enviarán a su exoesqueleto.
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Nick Opie, ingeniero biomédico de la Universidad de Melbourne, mencionó a la prensa que el equipo detrás de este proyecto espera que el dispositivo tenga un precio similar al implante coclear, el cual ronda entre los 10 mil y los 15 mil dólares. Esperan que el implante esté disponible en el mercado para 2022.