En el año 2012 el Manual de Diagnóstico y Estadísticas de los Desórdenes Mentale (DSM, por sus siglas en inglés), incluyó oficialmente la adicción a internet como un trastorno en su listado. Aunque se trata de un probelma global se ha focalizado en Asia, donde ha seguido creciendo. Hace un par de años, el New York Times publicó un interesante documental llamado Web Junkies en que echaba un vistazo al peculiar mundo de los campamentos para adictos a internet en China, internados militarizados en los que jóvenes que pasan demasiado tiempo en línea son disciplinados. Ya en ese entonces habían más de 400 clínicas especializadas en este enorme país.
Una nueva pieza periodística, publicada en Discovery News, revisita el tema y maneja cifras de 24 millones de "web junkies" colgados en lo que también llaman, no sin exageración, "heroína electrónica". Las autoridades de estos campamentos notan que los jóvenes adictos presentan condiciones similares a los drogadictos: desórdenes alimenticios, problemas de espalda, palidez (¿el computer tan?). Previamente otro gurú de estos campamentos había advertido: "Saben todo del Internet, pero nada de los seres humanos".
El problema en China parece estar ligado a una brusca apertura al mundo y a una entrada relativamente violenta de la tecnología ligada al modelo neocapitalista y a toda una imaginaria estrechamente fértil para la cultura de los videojuegos.
Otro fenómeno peculiar y sintomático de esta adicción son los populares cafés internet que están abiertos 24 al día y que cuentan con camas en el sitio, como si fueran modernas fumaderas de opio, en el que los adictos reciben el confort de que no tendrán que alejarse demasiado de su dosis.
Más allá de lo exótico que resulta este fenómeno, hay que mencionar la posibilidad de que con la adicción al internet entre jóvenes ocurra lo que ocurre con la adicción a las drogas en muchos casos: una casi total incomprensión de los padres hacia sus vidas. Seguramente muchos de estos campamentos militares para web junkies podrían evitarse si los padres se tomaran el tiempo para platicar con sus hijos y propusieran algunas actividades recreativas.