Por muchos años la realidad virtual ha coqueteado con estallar y volverse la nueva gran tecnología que altere nuestra forma de relacionarse y percibir el mundo. Pese a algunas aproximaciones y a su constante presencia en el imaginario de la ciencia ficción, esta inminente llegada se ha postergado. Pero si le creemos a Kevin Kelly, fundador de la revista Wired, la realidad virtual está reuniendo pólvora en secreto y pronto estallará una revolución. Según Kelly estamos por vivir lo que llama la llegada del "Internet de las Experiencias", una red en la que el nivel de inmersión en la tecnología hará que recordemos la información a la cual nos expusimos no como algo que vimos, sino "como algo que experimentamos", algo más integral y de hecho prácticamente indistinguible de la realidad.
Kelly explica: "Hoy el Internet es una red de información. Contiene 60 mil millones de páginas web, recolecta 4 zettabytes de data, transmite millones de correos electrónicos por segundo, todo conectado por miles de miles de millones de transistores. Nuestros trabajos y nuestras vidas corren en este Internet de información. Pero estamos construyendo con la realidad artificial un Internet de experiencias. Lo que compartes en la realidad virtual o en la realidad mixta es una experiencia. Lo que te encuentras cuando abres una ventana mágica en tu habitación es una experiencia. A lo que te unes en una teleconferencia es una experiencia. En un nivel extraordinario, todas estas experiencias habilitadas por tecnología rápidamente se intersectan".
Kelly habla con el entusiasmo de recientemente visitar la compañía más caliente y misteriosa del momento, Magic Leap, una startup de Florida que está desarrollando lo que llaman realidad mixta (mixed reality), una mezcla de realidad aumentada y realidad virtual que se superpone a la realidad. Algunas personas como Peter Jackson, el director de El Señor de los Anillos, consideran que la realidad mixta "es aún más poderosa que la realidad virtual". Kelly fue llevado a un tour privado en las oficinas de Magic Leap del cual por primera vez salió convencido del poder de la realidad virtual. "La realidad virtual hace dos cosas importantes: Una, genera un intenso y convincente sentido de lo que comúnmente se llama ‘presencia’. Paisajes virtuales, objetos virtuales, personajes virtuales parecen estar ahí, una percepción que no es tanto una ilusión visual, sino un sentimiento visceral. Eso es mágico. Pero lo segundo es aún más importante: la tecnología te obliga a estar presente de una forma que las pantallas planas no lo hacen y de tal forma ganas una experiencia auténtica, tan auténtica como en la vida real".
Este es el potencial didáctico que celebran algunos, que la realidad virtual puede acelerar nuestro aprendizaje de una manera revolucionaria. Si es capaz de simular la vida real con suficiente nitidez, entonces todo lo que hagamos virtualmente puede ser equivalente a la experiencia misma. Podemos aprender a escalar el Monte Everest en nuestra habitación. Ya se habla de crear una "Wikipedia de experiencias", en la que en vez de leer sobre un monasterio budista en Japón, podremos tener una experiencia de este lugar; una entrada sobre el baile de los derviches, por ejemplo, nos hará girar en nuestra habitación como si estuviéramos bailando con estos místicos del Medio Oriente. Al menos esto es lo que nos dicen los más entusiastas que, como Kelly, ven en la tecnología un proyecto de utopía real: lo que no puede hacerse en el espacio físico, puede hacerse real en el espacio virtual.
Magic Leap ha recaudado la ronda de inversión preliminar (C-financing) más grande de la historia con más de 740 millones de dólares, pese a que no han sacado ningún producto al mercado. Su fundador Rony Abovitz dice: "El nuestro es un viaje al espacio interior. Estamos construyendo el Internet de la presencia y la experiencia". Habrá que esperar a que se materialice este espectro, ciertamente suena apantallante, aunque también podemos pensar en numerosos problemas que podrían exacerbar a niveles inéditos cosas como el estado de vigilancia, la erradicación de la privacidad, la publicidad personalizada y predictiva, y por supuesto, la adicción a la tecnología y la alienación de una persona.
