¿Recuerdas a AIBO?, es el singular perrito que Sony puso a la venta entre 1999 y 2006. Se vendió como “pan caliente” por su innovadora tecnología en materia de inteligencia artificial durante esa época.
AIBO fue el primer robot de consumo masivo en el mercado, con fines de entretenimiento en el hogar. Nunca antes se había comercializado un “robot mascota”.
De acuerdo con Nippon, 3 mil unidades de éste se agotaron en 20 minutos durante la primera venta, en 1999.
Esta mascota artificial es un emblema de la relación humana con los robots. En Japón se hizo común tener una en los hogares y hasta en las universidades para hacer investigaciones sobre inteligencia artificial y la terapia con androides.
Gracias a ella, nacieron nuevas preguntas. ¿Los robots se adaptarían a la vida humana? ¿La vida humana cambiaría para adaptarse a estas nuevas tecnologías? Emocionalmente, ¿qué provocan los robots en las personas?
Recordemos que en el CES 2017, los robots se adueñaron de gran parte del evento y dejaron ver que la tendencia a corto plazo será convivir con ellos en nuestros hogares, en una relación jefe-asistente para simplificar nuestras agendas y actividades de escritorio, que son fáciles, pero nos quitan tiempo, y al final “alguien” debe hacerlas.
AIBO es especial justo porque era un robot distinto. Su comportamiento, en un principio, era como el de una mascota tradicional: no hacía caso total a su dueño. Con el paso del tiempo, gracias a la inteligencia artificial, aprendía las preferencias de todos en el hogar, se adaptaba, pero seguía moviéndose libremente por los espacios.
Esto fue así durante más de 20 años, y creó lazos tan importantes con sus dueños que, a partir de julio de 2016, se han hecho funerales masivos para despedir a estos robots. ¡Sí, leíste bien, funerales!
Entre 2005 y 2006, Sony descontinuó la producción de AIBO, y hasta el 2014 siguió dando mantenimiento y reparación a estas mascotas. Ahora, están cumpliendo su tiempo de vida y ya no pueden acudir a la marca para seguir funcionando.
Afortunadamente, terceros han decidido repararlos, como es el caso de la empresa A-Fun, de Norimatsu Nobuyuki, exempleado de Sony.
A-Fun se especializa en arreglar electrodomésticos que han dejado de tener ese servicio de las marcas; repara los AIBO con piezas de otros robots del tipo que ya no sirven.
En un principio, las conseguían a través de Internet; hoy, varias personas donan su perro robot para que otros puedan reparar los suyos.
En Japón, se cree que los objetos conservan un reflejo del alma de las personas que los poseían, por eso se acostumbran funerales de objetos inanimados: como ejemplo, el de las muñecas Ningyō Kuyō”.
Hasta el momento, se han realizado cuatro funerales de varios AIBO, y se espera juntar otros 150 descompuestos para hacer la siguiente despedida.
Este caso deja mucho qué reflexionar sobre la relación de la mente humana con las máquinas. ¿Será que nos volveremos compañeros del día a día?
Aquí te dejamos un video de The New York Times, de lo especial que puede ser AIBO para una familia.