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El lado negativo del Bitcoin: la basura electrónica que genera


Una sola transacción genera tantos desechos como si se tiraran dos smartphones a la basura.

por: Sandra Nieto Sandra Nieto

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En un mundo donde las transacciones digitales ganan terreno al dinero físico, en los últimos años se han popularizado las criptomonedas; tanto así que, a partir del 7 de septiembre, El Salvador se convirtió en el primer país del mundo en adoptar al Bitcoin como moneda de curso legal.

 

Sin embargo, no todo es positivo en lo que se refiere al uso de criptodivisas, pues más allá de los beneficios que puedan aportar a la economía y a la practicidad del dinero digital, su uso y producción generan un enorme impacto medioambiental.

 

Hasta ahora, la atención se ha centrado en la electricidad que consume el proceso de minado de criptodivisas, que supera el consumo de un país como Filipinas; así como la contaminación por gases de efecto invernadero que provoca.

 

Pero hay otro gran problema: a medida que las computadoras utilizadas para minar criptomonedas se vuelven obsoletas, también se generan una gran cantidad de desechos electrónicos. Y es que estas computadoras no tienen una vida útil larga, pues se calcula que se reduce a sólo 1.29 años.

 

Además, de acuerdo con un reciente estudio publicado por la revista Resources, Conservation and Recycling, el proceso requerido para minar un solo Bitcoin (generar uno nuevo en la cadena de bloques), es algo tan complejo que implica un daño al medioambiente que equivale a desechar 272 gramos de basura electrónica, es decir, es como tirar dos smartphones de las dimensiones del iPhone 12 mini a la basura.

 

Tan solo en 2020, se llevaron a cabo 112.5 millones de transacciones de Bitcoin; es decir, en un año, la minería de Bitcoin generó los desechos equivalentes a 225 millones de smartphones en la basura.

 

Así, actualmente, la minería de Bitcoin produce 30 mil 700 toneladas de desechos electrónicos al año, lo cual equivale a la cantidad de residuos de equipos de telecomunicaciones y TI (teléfonos móviles, computadoras personales, impresoras y teléfonos) producidos por toda una nación, como los Países Bajos. 

 

¿Por qué las criptomonedas generan tanta basura electrónica?

Esto se debe principalmente a que, para minar un solo Bitcoin es necesario tener un sistema de computadoras de última generación, capaces de resolver complejos problemas algorítmicos, para lo cual, están equipadas con chips altamente especializados, llamados Circuitos Integrados de Aplicación Específica (ASIC).

 

A esto se suma que esas computadoras no pueden ser utilizadas como un equipo normal para otras actividades. La razón es que los ASIC son tan especializados que, a medida que se vuelven obsoletos, no pueden reutilizarse para otras tareas ni para trabajar con otros algoritmos de minería de criptomonedas. Entonces, al dejar de ser útiles para la minería de criptomonedas, ya no sirven para nada y se convierten en basura.

 

Aunque los chips no se pueden reutilizar, gran parte de los equipos de minería de Bitcoin se compone de carcasas de metal y disipadores de calor de aluminio que podrían reciclarse. Sin embargo, en todo el mundo sólo se recicla poco más del 17% de todos los desechos electrónicos. Y es probable que la cifra sea mucho menor en algunos de los países donde se encuentran la mayoría de los mineros, ya que las regulaciones sobre desechos electrónicos son deficientes en gran parte de las naciones.

 

¿Qué se puede hacer para reducir el costo medioambiental del Bitcoin?

Alex de Vries y Christian Stoll, economistas del banco central holandés y del MIT, quienes son los investigadores al frente del estudio citado, advierten que el problema de los desechos electrónicos puede crecer aún más si el precio de Bitcoin sigue su tendencia al alza, ya que eso motivará que las inversiones crezcan y, con ello, el reemplazo continuo de un mayor número de equipos de hardware. 

 

Los investigadores sugieren que una solución al problema de los desechos electrónicos de las criptodivisas, sería que Bitcoin cambiara la forma en que se verifican las transacciones por un sistema diferente, menos intensivo.

 

Sería necesario reemplazar el proceso de minería de Bitcoin en su totalidad por una alternativa más sostenible; lo que los investigadores recomiendan es el uso de la llamada "prueba de participación”. Se trata de una prueba experimental donde los usuarios delegan sus monedas a un conjunto de ellas para validar transacciones, en una especie de apuesta donde ya no se necesitan grandes cálculos operacionales. 

 

Esta medida será adoptada próximamente por la criptomoneda Ethereum y sería muy positivo para el medioambiente que todas las criptodivisas la aplicaran, en especial aquellas con más usuarios dedicados a minar, como Bitcoin.

 

Finalmente, los investigadores afirman que los residuos electrónicos no provienen solamente de las criptomonedas, ya que el sistema financiero tradicional también genera una considerable cantidad de desechos en forma de cajeros, computadoras, tarjetas de crédito y otros dispositivos que se usan de forma cotidiana, por lo que el estudio que realizaron no se trata de satanizar a las criptodivisas ni al Bitcoin en específico, sino de proponer alternativas más sustentables para el futuro de las criptodivisas.

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