En el trayecto del Tramo 7 del Tren Maya, los arqueólogos descubrieron una urna funeraria que contiene la imagen del dios del maíz, según informó Diego Prieto, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Esta olla de barro crudo alberga los restos mortales de una persona, y se cree que la representación del dios del maíz, vital para la antigua civilización maya, simboliza la creación del hombre según el Popol Vuh. Según la narrativa, los primeros hombres creados con lodo y madera perecieron, mientras que aquellos formados con masa de maíz fueron los elegidos por su capacidad para honrar a los dioses y servirles. La figura del dios del maíz, descrita por Alberto Ruz Lhuillier como un joven con la cabeza alargada que recuerda una mazorca o está rodeada de hojas, fue encontrada en la urna funeraria durante las actividades de salvamento arqueológico realizadas por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México a través del INAH. Este descubrimiento destaca la conexión profunda entre la cultura maya y la importancia simbólica del maíz en su cosmogonía.
En cuanto a su clasificación, se ha identificado que esta urna pertenece al estilo Paaktzatz. El antropólogo explicó que este artefacto fue encontrado junto a otra vasija del mismo estilo, sugiriendo que posiblemente formara parte de una ofrenda fundacional, dada su asociación con una estructura prehispánica. La urna presenta aplicaciones en su superficie que aparentan representar el símbolo maya ik, asociado con el viento y el aliento divino.
En el frente de la urna se distingue una pequeña figura antropomorfa elaborada en pastillaje, haciendo referencia al dios del maíz en su representación como una mazorca en crecimiento. Los arqueólogos que participaron en la recuperación de este objeto patrimonial señalan que figuras similares de esta deidad maya han sido registradas por el INAH en figurillas de la isla de Jaina, en Campeche.
La tapa de esta urna presenta la imagen de un búho, símbolo compartido con la segunda vasija de la misma ofrenda. En la iconografía maya del periodo Clásico, específicamente en las vasijas Paaktzatz elaboradas entre los años 680 y 770 d.C. en el área cultural de Río Bec, se registra que el búho era considerado un símbolo de guerra. Además, se le asociaba con el inframundo y se consideraba un presagio de carencias, enfermedades y muerte. Estudios etnoarqueológicos realizados en las comunidades del norte de Yucatán respaldan la creencia persistente de que aves rapaces como búhos y lechuzas son augurios negativos vinculados a enfermedades y muerte.
Este vínculo entre el búho, el dios L y los augurios de muerte y enfermedad se relaciona estrechamente con los dioses Sak Ixik y Chaak. Interesantemente, comparten el mismo nombre: Oxlajuun Chanaal Kuy, cuyo significado cobra sentido al considerar que kuy se traduce como búho. Esta interpretación se respalda en el trabajo de los investigadores Grube y Schele (1994), quienes descifraron el nombre del búho en el Códice de Dresde como cuy o kuy. La conexión entre estos elementos se refuerza en las páginas 7 y 10 del Códice de Dresde y en cerámicas policromas de estilo códice que hacen referencia al ave con ese nombre.
En cuanto a la segunda vasija, su decoración consiste en aplicaciones en los costados que simulan ser las espinas de una ceiba, un árbol sagrado entre los mayas.