Sin más referentes que la cantidad de vistas y me gusta, puedo decir que hay muchísima expectativa en torno a Xbox One S. La entiendo, la consola con la que Xbox inició su presentación de E3 2016 es muchísimo más atractiva que el viejo modelo de Xbox One, es más compacta y guarda en su interior esa horrorosa fuente de poder –o “ladrillo”, como llaman comúnmente– que hacía del primer Xbox One una consola mucho más tosca que PlayStation 4. Y hay más.
Fuera de los cambios estéticos, Xbox One S también cuenta con mejoras de hardware que la vuelven una opción mucho más llamativa que el viejo Xbox One. Me parece que las más importantes son la inclusión de HDR (juegos con colores más ricos y luminosos), compatibilidad con discos Blu-ray y streaming 4K (como Netflix), así como el uso de Bluetooth en el control. Esta última característica significa que será bastante simple configurar el control nuevo de Xbox One para utilizarlo en una computadora con Windows 10, bastante útil dado que todos los estrenos de Microsoft Studios –Gears of War 4 o Forza Horizon 3– serán jugables en PC sin tener que volver a comprar el juego.
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El modelo Xbox One S con disco duro de 2TB estará disponible en agosto por 399 dólares. Este modelo será la primera versión de Xbox One S en llegar al mercado, pero más adelante estará a la venta el modelo Xbox One S con disco duro de 1TB (349 dólares) y Xbox One S con disco duro de 500GB (299 dólares). Con la llegada de los nuevos modelos Microsoft realizó una reducción de precio al modelo original de Xbox One, que ahora se vende por 279 dólares. En México la página de Xbox no ofrece detalles sobre la reducción de precios de los viejos modelos de Xbox One. Sin embargo, me parece que la opción de compra para los jugadores que buscan un Xbox One y todavía no tienen una consola es, sin lugar a dudas, Xbox One S.