Lo más dificil del éxito, sobre todo en la industria de la tecnología, es mantenerlo. Se sabe que la competencia es feroz. Y la velocidad manda. Y sino vayan a estudiar los casos de Nokia y Blackberry, líderes absolutos en su rubro hace menos de diez años y hoy casi en el olvido.
En octubre cumplirá 6 años. Tiene más 500 millones de usuarios, entre ellos el 63% de los millennials de Estados Unidos. Fue comprada por Facebook en 1000 millones de dólares cuando apenas tenía tres años de vida y quince empleados. Desde ese entonces cambió todo: se abrió a usuarios de Android, agregó video, nuevos filtros y avisos publicitarios. También abandonó la foto cuadrada y habilitó la función para que los usuarios se manden mensajes directos. Hace pocos días incorporó las stories para competirle directo a Snapchat y también el zoom para ver mejor las fotos. Y hasta cambió su logo. Todos saben ya que me refiero a Instagram, la exitosa red social que cambia todo el tiempo... para seguir siendo la misma.
El fundador y actual consejero delegado de Instagram se llama Kevin Systrom y tiene 32 años. Es la nueva niña mimada de la industria. Llegó a la portada de la última Forbes, 1.3 millones de usuarios ven sus fotos y hasta tuvo su audiencia privada con el Papa Francisco (que ya tiene su usuario en la app, @franciscus). En un reportaje publicado hace unos meses en Fast Company, dijo que todos los días cuando se levanta, piensa ¿cómo hacemos para no arruinar esto?
Y acá creo que radica el éxito que hasta el momento tiene Instagram: en su visión. Los que dirigen la empresa tienen clarísimos sus objetivos y los cumplen al pie de la letra. No se corren ni un centímetro de lo que pretenden para la aplicación: ser la app elegida de la gente para compartir fotos, de objetos, cosas y momentos de su vida, con otras personas. Ser el gran y más poderoso archivo mundial de imágenes de lo que ocurre justo ahora. Ser la herramienta de comunicación más poderosa en la era de la comunicación a través de imágenes.
Un personaje clave en la empresa y se llama Ian Silber, quien es el jefe de diseño (pueden ver más sobre él acá). Ian dijo que todo en Instagram cambió, pero que la app sigue siendo la misma que en los inicios. Lo comparó a un auto al que le cambiaron el motor y casi todas las piezas pero que sigue con su objetivo principal: andar bien. La simpleza es el mantra en las oficinas de Menlo Park donde conviven 350 personas. Cuando tienen que tomar una decisión Silber, un admirador de la estética de Apple y el legado minimalista que dejó Steve Jobs, se pregunta: ¿cuál es la manera más simple de hacer esto?
Trabajan también con metadatos –big data–, es decir, analizan en tiempo real lo que los usuarios suben y también lo que hacen con la aplicación, que filtros se están usando más en ESTE momento, etc. Y con base en eso toman decisiones estratégicas.
Hace una semana me junté con la brasileña Melissa Amorin, directora de comunicaciones de Instagram para la región. Las cifras de la app son impresionantes. Cada día se suben casi 100 millones de nuevos fotos y videos y los usuarios pasan en la plataforma un promedio de 21 minutos.
Charlando con ella sobre los usos y funciones de la aplicación, dejó entrever algo de los próximos pasos de Instagram. En el futuro cercano la apuesta fuerte de Instagram es apoderarse del tiempo real, es decir, de lo que está pasando ahora mismo, y fortalecer su oferta de video.