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La historia de Argo, contada por el verdadero espía


Tony Méndez relata a la BBC parte de sus memorias, que terminaron plasmadas en 'Argo'.

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La cinta Argo, que ganó el pasado domingo el Oscar a Mejor Película, relata el rescate de seis estadounidenses que se escondían en Teherán después de que tomaran su embajada en noviembre de 1979. El agente de la CIA, Tony Méndez, encarnado en la película por Ben Affleck, explicó en exclusiva para BBC Mundo, cómo se formuló el plan de rescate.

¡Spoiler Alert! Si no haz visto la película o leído el libro, te recomendamos leer este artículo después.

Los estadounidenses escaparon por la puerta trasera de la embajada y se refugiaron en la casa del embajador de Canadá, pero corrían riesgo de ser descubiertos. El presidente Jimmy Carter se encontraba en una enorme presión para rescatar a todos los rehenes. Tony Méndez debía encontrar la manera de entrar a Irán y sacar a los 6 diplomáticos sin levantar sospecha. “Normalmente usamos una excusa muy aburrida. Pero no podíamos ir como maestros, porque las escuelas internacionales estaban cerradas. No podíamos ir como técnicos de hidrocarburos. No podíamos ir como nutricionistas que venían a inspeccionar cultivos", le dijo a la BBC.

Además, Méndez tenía que tomar en cuenta que los seis rehenes no tenían ningún entrenamiento en asuntos clandestinos. Así que decidió crear una distracción. Su plan era viajara a Teherán como parte de una producción cinematográfica en busca de una locación para la película Argo, un supuesto filme de ciencia ficción tipo Star Wars. "Todo el mundo sabe que la gente de Hollywood va donde quiere, sin importar el momento histórico. No toman en cuenta las circunstancias políticas ni los peligros", dice.

Entonces, en enero de 1980 viajó a Los Ángeles, contrató a un guionista, y alquiló una oficina para su compañía de producción fantasma. En dos días el guión estaba listo. Studio 6 (llamado así por las seis personas que buscaban rescatar) contactó a revistas como Hollywood Reporter y Variety para generar un revuelo mediático sobre la nueva película. Todo debía parecer lo más real posible, por si surgían sospechas por parte del régimen iraní.

Había muchas trabas y riesgos, pero la liberación de estas personas se convirtió en una prioridad para el presidente Jimmy Carter. "No había plan B. Generalmente uno tiene un plan de escape, pero no tendríamos un automóvil esperándonos con el motor encendido", dice Méndez. Era una misión "peliaguda", como dice él. Cuando finalmente estaba listo para viajar a Teherán, ni siquiera su esposa Jonna Méndez, también empleada de la CIA, sabía en qué misión se estaba embarcando.

El 25 de enero de 1980, Méndez y su colega Julio, que hablaba farsi, finalmente conocieron a los refugiados, que llevaban 86 días escondidos. "Ya se estaban preocupando", comentó. Méndez les informó el plan, les dio tarjetas de presentación de Studio 6 y ropa que les hiciera parecer personas de Hollywood. Además el gobierno de Canadá había accedido a entregarles pasaportes falsos. Pasaron los siguientes dos días practicando técnicas de interrogatorio hostil.

Para lograr que se relajaran, trató de hacer de los preparativos una especie de juego. "Esperaba que de esta manera se soltaran y disfrutaran de la operación. Puede sonar extraño, pero uno puede distraer a la gente mucho más fácil con diversión, en vez de con susto. Con uno de los invitados tuve que recurrir al licor -a un trago de Cointreau- para intentar ponerlo contento".

El lunes 28 de enero, el grupo se dirigió al aeropuerto de Teheran para tomar el vuelo de las 7 de la mañana a Zurich. "Hubo momentos en que pasamos por puntos de control en que no estábamos seguros de si íbamos a lograrlo", dice Méndez. Decidieron viajar con la aerolínea Swissair por su eficiencia y confiabilidad. Méndez creía que si llegaban en la madrugada, podían encontrar a los oficiales cansados, y prestarían menos atención al grupo. El plan funcionó. El avión despegó sin problemas y una vez en Zurich, los estadounidenses fueron escoltados por personal del departamento de estado.

En marzo de ese mismo año, Méndez se encontró con el presidente Carter en el Despacho Oval, y después recibió la Intelligence Star, uno de los reconocimientos más importantes que da la CIA. Sin embargo, como la misión era clasificada, tuvo que regresar su premio inmediatamente. Ni siquiera su familia pudo estar en la ceremonia.

Finalmente, George Tenet, director de la CIA entre 1997 y 2004, fue quien animó a Méndez a compartir su historia, que se convirtió en el best seller que escribió junto con Matt Baglio, también llamado Argo.

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