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Científicos trabajan en crear energía renovable e inagotable, inspirados en una novela de Julio Verne


"Todo lo que un hombre puede imaginar, otro lo puede crear", dijo alguna vez Julio Verne, y hasta la fecha los científicos buscan la forma de hacer realidad su método para generar energía eléctrica con ayuda del agua de mar.

por: Carla L. G. Hurtado Carla L. G. Hurtado

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Del agua de mar no únicamente se puede obtener sal, también electricidad. Julio Verne imaginó esta fuente de poder ilimitado en la época victoriana y ahora los ingenieros del siglo XXI dicen que el calor atrapado en los océanos podría proporcionar electricidad para todo el mundo, según lo informa el sitio web NewScientist.

En teoría, la conversión de energía térmica del océano (OTEC) podría cubrir 4,000 veces las necesidades energéticas del mundo, sin las consecuencias de la contaminación ni gases de efecto invernadero. En el mundo real, sin embargo, la tecnología OTEC se considera poco práctica -aunque ya hay algunas empresas interesadas en este desarrollo-.

 

La idea es simplemente brillante. El océano es un medio masivo y constantemente lleno de energía solar. La mayor parte de ese calor se almacena en los últimos 100 metros más cercanos a la superficie del mar, mientras que las aguas que están 1,000 metros por debajo son alimentadas por las regiones polares y su temperatura permanece a un nivel bastante constante de 4 a 5 ° C.

Para producir energía de esta forma, sería necesario construir un sistema con base en cisternas que bombearan agua cálida de la superficie a un "contenedor" con amoniaco, que, al calentarse, produciría un líquido a punto de ebullición que viajaría a través de tuberías. El hervor del amoníaco produciría el vapor necesario para accionar una turbina, generando electricidad. El agua fría del océano profundo haría que el amoníaco se condensara y volviera a su estado líquido, listo para comenzar el ciclo de nuevo. 

Estas “turbinas a vapor” podrían ser usadas en plantas de energía térmica de todo el mundo; sin embargo, en vez de eso usan vapor producido por la quema de carbón contaminante o la generación de residuos nucleares de larga vida. OTEC, por el contrario, proporciona vapor de una manera limpia y teóricamente ilimitada.

 

Eso haría de éste un mundo ideal, pero hay un pequeño gran obstáculo que no se ha resuelto: cómo acceder al agua fría y profunda. El problema radica en cómo bombear la enorme cantidad de agua que necesitaría pasar por las tuberías a una distancia de cerca de mil metros, ya que los canales tendrían que ser lo suficientemente amplios y resistentes como para soportar varios metros cúbicos de agua de mar por segundo para cada megavatio de electricidad producida. Con todas las posibles fallas e ineficiencias en el proceso, la eficiencia teórica de una planta de OTEC se reduce a un triste 4 a 6 por ciento.

 

Sin embargo, no deja de ser interesante que la ciencia ficción de la época victoriana de Julio Verne que planteaba escenarios imposibles e inimaginables, ahora se traduzca en proyectos documentados que quizás muy pronto la tecnología e ingeniería mecánica puedan resolver. Y que lo que alguna vez sólo existió en la mente de un escritor hace casi 150 años, pueda convertirse en una fuente de energía renovable e inagotable.

 

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