Pasar mucho tiempo ante una pantalla se ha convertido en el acto definitivo de nuestra forma de trabajar y entretenernos. Esta consecuencia de un acelerado cambio mediático tiene numerosos efectos en la salud, los cuales están apenas siendo estudiados, y es que nuestro cuerpo parece evolucionar un poco más lento que nuestra tecnología.
Actualmente se calcula que los niños de entre 8 y 18 años en Estados Unidos pasan 7 horas al día consumiendo medios. Esto representa un problema de salud, y si bien las cifras varían en diferentes países, la tendencia es global.
La Dra. Victoria L. Dunckley ha recopilado una serie de estudios médicos en torno a los efectos que tiene pasar mucho tiempo frente a una pantalla. La mayoría son realizados en niños, pero el exceso de tiempo de pantalla puede ser extrapolado a adultos, tomando en cuenta que algunos factores psicológicos adicionales pueden no aplicar.
Uno de los efectos principales observados es la materia gris atrofiada por el abuso de tiempo ante una pantalla, lo cual afecta funciones cerebrales como la planeación, la organización y el control de impulsos. Este mismo efecto incluye daño en la ínsula que juega un papel en desarrollar empatía, lo cual no es una sorpresa cuando vemos niños pegados a sus computadoras o gadgets sin responder a los sucesos que ocurren a su alrededor. También, estudios muestran que "compromete la integridad de la materia blanca". Esto significa una pérdida de comunicación interna en el cerebro, menor conexión entre las diferentes áreas que dialogan para procesar la más alta cognición; menor grosor en el córtex y en general función cognitiva comprometida.
Los daños parecen tener causas multifactoriales; por una parte obedecen a la falta de estímulos novedosos que permitan al cerebro establecer nuevas conexiones. Por otro lado, la causa más estudiada es la adicción a la dopamina que jugar en exceso videjuegos genera, esto es el circuito de recompensas del cerebro que se enciende ante la actividad de los videojuegos y que se vuelve un tanto opaco e inerte cuando no se presentan estos estímulos. Esta adicción a la dopamina, por cierto, ha sido observada no sólo en niños adictos a los videojuegos sino en general en personas que pasan mucho tiempo en línea realizando multitasking, puesto que al someter al cerebro a pequeños estímulos se crea un hábito que recompensa perder la atención. Estos pequeños estímulos liberan opioides en el cerebro y ante la ausencia de los mismos, en nuestras otras actividades, se produce un déficit.
A los daños cerebrales que pueden ocurrir cuando generamos adicciones en nuestro consumo de información se debe de añadir el problema del sedentarismo, una condición responsable de una gran cantidad de lesiones en la espalda y pérdida de la capacidad pulmonar, entre otras cosas . Ante todo esto parece útil recordar las inmortales palabras que han sido atribuidas a Sócrates, pero que ya son parte de un patrimonio universal: “todas las cosas con moderación”.