Quizás la frase más utilizada por compañías de telefonía, comunicación, plataformas en línea y fabricantes de gadgets es que nos están conectando, siempre más conectados. No hay duda de que en casi cualquier lugar del planeta es posible hablar con otra persona, no importa la distancia o consultar la última información de cualquier tema. Y, sin embargo, si uno analiza a fondo esta conectividad, es posible que sea solamente el remedo o el simulacro de la conexión real humana sin la riqueza de la verdadera presencia.
En una reciente conferencia en la Ciudad de México, el lama tibetano Chokyi Nyima Rinpoche habló sobre la esencia del budismo y extendió sus observaciones sobre algunos de los retos que enfrenta el ser humano en la actualidad. Chokyi Nyima explicó que para el budismo la felicidad no proviene de fines materiales o medios externos, sino que es el resultado de aprender a lidiar con nuestra mente, es decir lograr calmar la mente, desarrollar concentración y conocer su esencia.
Este reconocido lama tibetano hizo una interesante observación en relación a cómo ha cambiado el mundo. Según Chokyi Nyima, antes uno viajaba y se encontraba a la gente dispuesta a saludar y hacer conversación sobre lo que estaba ocurriendo en ese momento. Hoy en día la gente está absorta con sus aparatos y casi nadie está abierto a iniciar una conversación con un extraño sin que esta sea mediada por la tecnología. "La tecnología es maravillosa y puede usarse para muchas cosas muy buenas", dijo, pero la manera en la que estamos usando "encoge la comunicación". La frase me pareció digna de destacarse por estar en completa oposición con lo que se nos dice ocurre –pública o mercadológicamente– con la tecnología, la cual supuestamente es el pegamento ubicuo del mundo, aquello que amplifica y engrandece la comunicación.
La pregunta evidentemente tiene que ver con que lo que se quiere decir con conexión y comunicación. Lo que Chokyi Nyima parece decir es que existe otro tipo de comunicación y de conexión que no puede realizarse a través de un medio, sino que tiene que ser directa, espontánea y presencial. Este tipo de conexión es la intimidad y la naturaleza más profunda de una o varias mentes cuando logran encontrarse y compartir el momento. Y, ya que no puede ser mediada, simulada o virtual, y que cada vez habitamos más en espacios virtuales y nuestras interacciones ocurren a través (o son sobre el contenido de) medios electrónicos, este tipo de conexión es cada vez menos frecuente.
Curiosamente me encontré con esta entrevista en la que el filósofo Martin Heidegger responde a las preguntas de un monje budista. Sobre por qué no participaba en los medios electrónicos (en ese entonces TV y radio) para difundir sus ideas, Heidegger contestó:
"La tarea que se requiere del pensamiento hoy, tal como yo la entiendo, es nueva en un sentido de que requiere un nuevo método de pensamiento, y este método solo puede conseguirse a través de la conversación inmediata, de humano a humano, y a través de una larga práctica y ejercicio en la sensibilidad de un mirar del pensamiento". Y luego añadió: "Una reflexión sobre lo que es el ser humano, es necesaria, ahora con el peligro de que el hombre esté a merced de la tecnología, y un día será transformado en una máquina controlada".
Esto fue en 1963 pero no ha perdido la más mínima vigencia. Debemos preguntarnos quiénes somos, hacernos las grandes preguntas y cuestionar cómo afecta la tecnología, entre otras cosas, nuestra capacidad de pensar el ser.
Heidegger hace una precisión lapidaria sobre la noción de que Occidente significa el verdadero desarrollo, fundamentalmente porque tiene tecnología y ciencia:
“Usted también hizo otro comentario, con respecto a su país de origen, donde mencionó que su país y su gente pertenece a los países subdesarrollados. Si uno piensa el subdesarrollo, uno siempre debe preguntarse a qué fines se encamina dicho desarrollo. De acuerdo con la idea de la Europa moderna y América, es principalmente un enfoque tecnológico. Desde este punto de vista debería decir que su país, a causa de sus antiguas y continuas tradiciones, es altamente desarrollado. Los estadounidenses, por otro lado, con toda su tecnología y sus bombas atómicas, son subdesarrollados”.
Tomemos entonces también de estas tradiciones que significan una forma distinta de desarrollo. Regresando a Chokyi Nima, para concluir, me gustaría cotejar lo que según él es la medida del éxito para el budismo: “El éxito se mide con un cuerpo sano y una mente feliz”. Para nosotros el éxito parece medirse en la fama, el dinero y las posesiones que tenemos. La diferencia es vital.
Twitter del autor: @alepholo