No es un secreto que Jason Momoa impresionó con su breve participación en Game of Thrones como Khal Drogo: a pesar de que su personaje desaparece al final de la primera temporada, ha permanecido como uno de los más populares entre el público, seis años después.
Su reputación ha creado expectativa alrededor de esta producción de Netflix y Discovery Channel Canada (canal que estrenó la serie anticipadamente en el país durante 2016), pero considérense unas palabras de advertencia: aunque los materiales promocionales de Frontier resaltan a Momoa, difícilmente puede decirse que sea su protagonista. De hecho, es difícil señalar a uno en este serial de amplio elenco.
Frontier es un drama histórico que se desarrolla durante el siglo XVIII, cuando la Compañía de la Bahía de Hudson ejercía su monopolio comercial de pieles en lo que hoy es Canadá, en constante conflicto con sus competidores y con los nativos americanos. Declan Harp (Momoa), mitad nativo, mitad irlandés, tiene una vendetta contra Lord Benton (Alun Armstrong) e intenta romper su dominio mediante tácticas de guerrilla, mientras busca una alianza con los "indios cree" de la región.
Más comparaciones con Game of Thrones son pertinentes en cuanto al tipo de historia que intenta contar Frontier, pues aunque tiene una escala mucho menor, sus personajes son guiados por la ambición y la avaricia, lo que naturalmente conlleva a alianzas por conveniencia e intrigas políticas. Incluso la secuencia de créditos iniciales evoca al popular programa de HBO: muestra el mapa de la región y a los jugadores en el conflicto por la supremacía comercial.
Sin embargo, los guionistas de Frontier brincan tanto entre las tramas de los distintos personajes del conflicto, que no se dan tiempo de desarrollarlos a lo largo de los seis episodios de 45 minutos cada uno. Con excepciones, llegamos a saber muy poco de lo que los motiva.
Está, por ejemplo, el ladrón Michael Smyth (Landon Liboiron), quien termina por accidente como polizón en el barco de Lord Benton, desde Londres hacia el Nuevo Mundo, obligado a servirle como agente doble para garantizar la seguridad de su novia (Lyla Porter-Follows) en la prisión británica. Se trata, quizá, de uno de los personajes con un poco más de sustancia, pero es apartado para dar prioridad a las conspiraciones comerciales.
A través de Smyth se descubre un poco más del pasado de Declan Harp, pero con una ambigüedad tal que le resta impacto. Momoa brinda a su personaje explosividad y una presencia imponente, un mérito a su interpretación al considerar el material que tiene para trabajar. Pero, una vez más, no es suficiente para hacer contrapeso a tanto énfasis en las maquinaciones de los antagonistas.
Lamentablemente, estos últimos aparentan ser “malos por el mero gusto de serlo”, y tienen, en el mejor de los casos, uno de los dos pies puestos en el cliché. En su papel como el Capitán Chesterfield, mano derecha de Lord Benton, Evan Jonigkeit intenta con tantas fuerzas sonar malvado, que bien podría haberse desgarrado las cuerdas vocales en la filmación. Benton, en cambio, sí es creíble en su odiosa mezquindad (más un mérito de Armstrong que de sus creadores), pero su carencia de motivaciones más allá del dominio de la Bahía de Hudson, lo hará caer inevitablemente en el olvido.
Sí hay méritos en Frontier, como su capacidad para retratar a los nativos americanos de manera digna, y para sorprender con los ocasionales enfrentamientos cuando menos se ven venir. Este periodo de la historia canadiense podrá atraer a algunos a engancharse con esta serie, pero definitivamente no tiene muchos más argumentos para hacerlo.
Y, eso sí, quienes gusten del viaje verán como buena noticia que ya se ha confirmado la segunda temporada.
Frontier
Creación: Brad Peyton, Rob Blackie, Peter Blackie
Reparto principal: Jason Momoa, Alun Armstrong, Landon Liboiron, Jessica Matten, Zoe Boyle y Evan Jonigkeit
Estreno: 20 de enero de 2017
Plataforma: Netflix