parentesis.com/

Adineritis: 4 tips para eludir la aversión al dinero y llevar una vida sin estrés


Ahorrar no es tan complicado o difícil como piensas, en esta columna te compartimos cuatro tips que te serán de mucha ayuda.

por: Redacción Paréntesis Redacción Paréntesis

portada de nota

En mi vida en el mundo financiero, he visto que las personas padecen de lo que podríamos llamar adineritis, una extraña afección cultural que impide destinar tiempo, la única moneda que no se puede recuperar jamás, a cómo usamos nuestro dinero. 

 

Esta tendencia crece en nosotros desde la niñez a causa de la falta de educación financiera, como decíamos en el artículo anterior. Al menos podemos listar tres síntomas de esta inhabilidad: 

 

(a) No planificar los flujos de tus finanzas personales (cuánto ganas, cuánto gastas). 

 

(b) Vivir en una irrealidad económica porque desconoces tu capacidad financiera; entonces te vuelves híperconservador -pasas cinco años en decidir comprar una nueva cama; mientras tanto, te quiebras la espalda- o vives del otro lado de la frontera de tu poder adquisitivo, gastas de más y todos los meses no sabes cómo vas a pagar las cuentas.

 

(c) Rechazar de plano pensar en administrarte, porque sientes que es una materia que te cansa y que no eres bueno con el dinero, con lo que llevas una vida de incertidumbre absoluta que se repite año tras año como en un loop.

 

 

Quiero aquí compartir cuatro pasos esenciales que me han servido en mi vida privada y también en mi rol en una compañía como Nu México.


Estar consciente de tus ingresos y gastos

Suena básico y sencillo. No podemos controlar lo que no conocemos, y esto es esencial para los siguientes pasos de los que vamos hablar. Pero no es tan fácil como suena - la mayoría de las personas, al tener que enlistar sus gastos mensuales, tienden a subestimarlos. ¿Cuál es la razón de esto? Solemos solo recordar nuestros gastos recurrentes (renta, súper, internet, luz, gas, transporte, seguros, etc.) olvidando gastos extraordinarios (e.g. el mes pasado tuve un festejo, este mes se me ponchó la llanta, el siguiente tengo que comprar una silla).

 

La mejor manera para, en realidad, conocer nuestros gastos es analizar el comportamiento real de algunos meses - enlista todo, todo lo que gastas y en qué - aquí es donde hacer la mayoría de tus pagos con medios cashless como tarjetas de crédito o débito permiten llevar una mejor administración. No desestimes gastos extraordinarios (la realidad es que siempre van a haber) y recuerda incluir la parte proporcional de gastos que se hacen en intervalos menores a un mes (e.g. si tengo un seguro de auto que pago una vez al mes).

 

Piensa en el ahorro a largo plazo  

¿Por qué no simplemente decir “ahorrar”? Por dos razones. Primero, porque mucha gente piensa que el ahorro puede suceder sólo para quien tenga una posición económica holgada. Dos, muchas personas no piensan en el ahorro como un camino de largo aliento. Ahorrar un poco, mes a mes, puede parecer carente de sentido en el corto plazo, pero en el largo plazo, puede cambiar nuestra realidad. En el artículo pasado hablé sobre el poder del interés compuesto, y la diferencia que puede hacer el empezar a ahorrar a una edad temprana, aunque sean montos pequeños.

 

Ahorrar, sin embargo, es difícil para muchas personas - va en contra de nuestra naturaleza como seres humanos, que buscamos gratificación inmediata. Como lo muestra la Economía del Comportamiento, las personas vivimos en el presente, de modo que la recompensa futura, sacrificando un consumo inmediato, nos resulta menos atractiva.

 

Somos como niños, que siempre van a preferir más un dulce hoy, que dos mañana. Por eso, es importante establecernos objetivos, como, por ejemplo, destinar un porcentaje de nuestro salario al ahorro. En la década de los 90, el programa “Ahorra más mañana”, de los economistas conductuales Richard Thaler (Premio Nobel) y Schlomo Benartzi, invitaba a los empleados de una empresa a incrementar gradualmente su tasa de ahorro en el tiempo. Esto era de manera voluntaria. Los trabajadores que eligieron participar incrementaron sus ahorros de 3,5% a 13,6% en sólo cuatro años.

 

Prevé acontecimientos extraordinarios

No podemos predecir el futuro. Pero de lo que sí podemos estar seguros es que nos sucederán cosas inesperadas. No controlamos nuestra vida enteramente, eso está claro. Sabemos que el siguiente mes destinamos una cierta cantidad a los gastos del súper; ¿pero qué pasaría si se nos poncha una llanta? ¿Y qué si perdemos el trabajo? Cuesta pensar en las distopías. Pero más nos costará no haberlas previsto.

 

En ese sentido, es conveniente construir un fondo de emergencia. Esto puede llevar años. Los especialistas suelen recomendar tener “un colchón” que equivalga a entre tres y seis meses de gastos corrientes. Para eso, habrá que sumar los gastos fijos (que tienen una periodicidad e importes establecidos: hipoteca, seguros, servicios públicos, medicamentos) y los gastos variables (cuya periodicidad y monto invertido varían: gasolina, salidas, viajes).

 

Claro que los gastos diarios no nos permitirán ahorrar esto de un día para el otro. Pero al revés que el ahorro de largo plazo, este fondo puede adquirirse con más rapidez. Una vez que lo obtengamos, podemos destinar lo invertido mensualmente en nuestro presupuesto de gastos, o adicionarlo al ahorro.

 

En cualquier caso, debes saber que no hablamos de cifras monumentales. La pregunta es: ¿con cuánto dinero te sentirías seguro para cubrir eventualidades? Esa será tu meta.

 

Encuentra maneras de bajar los gastos…

...sin sacrificar experiencias. Se trata de encontrar analogías, situaciones que puedan otorgarnos el mismo placer -o más- y que nos cuesten menos. Por ejemplo, volviendo a la comida, aprender a cocinar y dejar de gastar tanto en restaurantes. Aprender a cocinar y llenar tu casa de amigos una vez por mes. Si fuera un libro de autoayuda, esta propuesta debería llamarse: “cómo ahorrar y seguir siendo feliz”.

 

Otra buena estrategia es identificar los impulsos que nos llevan a gastos superfluos. Las compras son muchas veces producto de disparadores emocionales para calmar la ansiedad o lidiar con emociones que nos son difíciles de transitar. Lo que podemos hacer es pensar en cómo fueron nuestros gastos en la última semana; hacer una lista, si es posible con el dinero que nos costó. ¿Qué de todos ellos fueron respuestas psíquicas a un malestar? ¿Y qué otras maneras (probablemente más efectivas) tengo para lidiar con ese malestar?

 

En el extremo de estas posibilidades de ahorro disminuyendo gastos, está la famosa propuesta de Vicki Robin y Joe Domínguez. En 1992, estos autores publicaron el libro “La Bolsa o la vida” (Your Money or Your Life), en el que proponían la metodología del downsizing: reducir los gastos al mínimo nivel posible durante buena parte de la vida (hasta el 70% de los ingresos destinados al ahorro), y generar un retorno tal con las inversiones que nos permita jubilarnos antes de lo previsto; digamos, por ejemplo, a los 45 años. Ese movimiento se llamó FIRE, siglas que en español significan “independencia financiera, jubilación temprana”.

 

Aún no estando de acuerdo con ese movimiento por varias razones (lo cual después puedo explicar en otro artículo), ese movimiento me resulta inspirador para pensar en modificar nuestras conductas, desligarnos del consumo compulsivo, apostar a una vida más mesurada y, quizá también, más intensa, más feliz y mejorando los vínculos con los seres que amamos. 

 

 

Emilio González, Director General de Nu México

Se unió a Nubank Brasil en 2016 donde colaboró como Business Analyst y después como Squad Lead del equipo de Acquisition y posteriormente de Customer Management. Antes de unirse a Nubank, Emilio trabajó como CFO y Director en Planeación Estratégica en Grupo Topaz, específicamente en la Universidad Regiomontana. A lo largo de su carrera también ha colaborado en importantes compañías como The Boston Group, CEMEX y Femsa. Emilio tiene un BS en Ingeniería Mecánica por la Universidad de Stanford y un MBA por la Universidad de Harvard. En su tiempo libre practica ciclismo, pues es un apasionado de hacer deportes en exteriores.

 

Otras columnas de Emilio:

La banca digital: un aliado en la era del distanciamiento social

La educación financiera o cómo hacer para que el dinero trabaje por nosotros

Comenta:

separador de nota