Desde que Netflix comenzó a crear contenido original para su catálogo con House of Cards en 2013, no parecía que fuera a detenerse. Sus series y películas exclusivas ya son cientos, y nuevas producciones son anunciadas con cierta frecuencia. Y ya sea Stranger Things, The Crown, The OA o 13 Reasons Why, la plataforma se anota varios éxitos cada año con la crítica y la audiencia. Sería fácil pensar que, con esa tendencia, lo lógico es continuar con lo que funciona, más y mejor.
Sin embargo, a finales de mayo, Netflix anunció la cancelación de su serie musical The Get Down, creada por Baz Luhrmann. Una semana después, las redes sociales explotaron ante la confirmación de que Sense8, de las hermanas Wachowski y J. Michael Straczynski, sufriría el mismo destino, después de una segunda temporada recién salida del horno.
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No sólo eso, sino que según el fundador y consejero delegado de Netflix, Reed Hastings, podría haber más casos como éstos pronto. ¿Qué es lo que está sucediendo con el gigante del streaming?
Las primeras cancelaciones
Resulta raro que Netflix cancele una de sus series originales, dada la poca frecuencia con que lo había hecho hasta ahora, pero no es la primera vez que sucede. El pasado diciembre, el servicio anunció que Marco Polo se convertiría en su primera cancelación abrupta después de sólo dos temporadas. Antes de eso, sólo Hemlock Grove y Bloodline habían sido canceladas, aunque cada una recibió una adecuada conclusión con una temporada final.
Varias de estas series tienen en común que poseen elevados valores de producción y, naturalmente, son caras. Sense8, por ejemplo, era protagonizada por ocho personajes de diferentes lados del mundo conectados por un lazo telepático, lo que implicaba rodar secuencias completas en países tan distantes como India, Kenya, Estados Unidos, México y Corea del Sur. Un reto logístico que significó una diferencia de dos años entre el lanzamiento de la primera temporada y la segunda.
Por otro lado, The Get Down sufrió retrasos en su producción, y su presupuesto ascendió a cerca de 120 millones de dólares. En el caso de Marco Polo, incluso se ha llegado a especular que la producción representó pérdidas por 200 millones de dólares.
Puede suponerse que ninguna de las tres series fue lo suficientemente vista como para atraer nuevos suscriptores al servicio, y así justificar sus elevados costos de producción. La palabra clave es “suponer”, pues Netflix nunca ha hecho públicos los números de audiencia con los que cuentan sus contenidos.
Sin embargo, si se toma en cuenta la reacción en redes sociales por el caso de Sense8, sorprende la decisión de descontinuarla. Tales niveles de descontento deberían ser indicio de la popularidad que la serie goza entre suscriptores, pero no.
Dado que Netflix insiste en no mostrar sus ratings, múltiples estudios sobre la popularidad de una serie en la plataforma se han basado en analizar la conversación en internet alrededor de la misma, previo y posterior al estreno. Bajo esta metodología, Iron Fist se ha colocado, al parecer, como la más popular entre las series de Marvel en el servicio, a pesar de ser la peor recibida de las cuatro por la crítica. Si esto es cierto, está por verse.
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Así que… ¿Netflix cancelará más series?
En entrevista con CNBC, Hastings declaró que las producciones originales de Netflix presentan un índice de éxitos elevado contra los fracasos. Quizá muy elevado para su gusto.
“Hemos cancelado muy pocas series… Siempre estoy presionando al equipo de contenido: tenemos que correr más riesgos, hay que intentar cosas más locas”, añadió. "Deberíamos tener una proporción mayor de cancelaciones”.
Hastings ejemplifica su lógica con una de las series más exitosas recientemente. “Puedes obtener ganadores que son increíblemente ganadores, como 13 Reasons Why. Nos sorprendió. Es una gran serie, pero no imaginamos lo exitosa que llegaría a ser”, dijo sobre el drama adolescente que ya tiene confirmada su segunda temporada.
Este razonamiento por parte de Hastings sugiere un objetivo que no es extraño para la compañía, pero que parecía haberse vuelto secundario a la constitución de un catálogo numeroso. Fue precisamente en 2013, en los primeros días de los Netflix Originals, que el gerente de contenidos de Netflix, Ted Sarandos, lo explicó a GQ: “Convertirnos en HBO antes de que HBO pueda convertirse en nosotros”.
Desde entonces, la plataforma ha superado, por mucho, a HBO en cantidad de producciones, pero también es cierto que por cada éxito con la crítica especializada como The Crown, también abundan en el catálogo series medianas a mediocres.
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Al adoptar esta postura, Netflix comenzará a comportarse más como los canales de televisión tradicionales. Un catálogo masivo como el que posee actualmente, es cada vez más difícil de curar, y la sobreoferta de contenido se vuelve difícil de navegar para el usuario (una problemática que analizamos con mayor detalle aquí).
Un canal como HBO, que sin ser un servicio de streaming sí depende de suscripciones, tiene la necesidad de cuidar su contenido exclusivo. Esto les ha redituado con el público y la crítica de manera consistente, y tanto Westworld como Game of Thrones son prueba de ello, año con año. Es tal el cuidado en sus producciones que, en el caso de la primera, la nueva temporada no verá la luz hasta 2018. Para no apurar la producción, ya se rumora que la octava y última temporada de Game of Thrones podría llegar hasta 2019.
¿Qué significa esto para Netflix? Adoptar este modelo podría significar menos series y películas originales nuevas en el futuro. Y sí, probablemente habrá más cancelaciones próximamente (esperamos que las siguientes víctimas no estén entre tus favoritos). Sin embargo, cuando se apunta a la calidad más que a la cantidad (a pesar del vapuleado Adam Sandler), el valor de tu dinero como usuario termina por ser mayor.