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Especial: Historia del código de barras


El código de barras es un símbolo que está presente en nuestra vida diaria, encierra mucha información relevante del producto y mucho más, pero no siempre fueron así.

por: Carla L. G. Hurtado Carla L. G. Hurtado

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Cuando vas de compras a cualquier lado los productos están etiquetados con el precio y con un código de barras (podrá faltar el precio pero nunca el código). Con él, la máquina registradora puede saber qué se está comprando y cuál es su precio. Este símbolo mundialmente conocido es invención de George Laurer.

 

Los códigos de barras consisten en un código compuesto por 95 columnas y lineas/ barras verticales paralelas de distinto espesor y diferente espaciado dentro de las 95 columnas que contienen información. Las maquinas descifran dicha información a través de un escáner que analiza cada una de las lineas y los espacios entre ellas. 

 

Las computadoras “hablan” 1’s y 0’s, así que el conjunto de las barras crean una cadena en binario. Las blancas son un 0, por lo que las de color negro son un 1, y al escanear el código se transforma esa cadena en información referente al producto. El número afuera del código de lado izquierdo indica qué tipo de producto es; el de lado derecho indica si el código es correcto y verdadero, es decir, es un número de comprobación. 

Hay mucha información encerrada en un código de barras, sin embargo no siempre han tenido esa forma tan peculiar. La historia de estos símbolos se remonta mucho más atrás.

 

Joseph Woodland es considerado el inventor de los códigos para productos, pero no se parecían en nada a lo que vemos hoy. Anteriormente se les conocía como “bullseye” (ojo de toro, en inglés) y llevaban ese nombre porque eran circulares y, debido a los diferentes círculos que lo componían, daban la apariencia de ser un ojo de toro. 

 

El invento de Woodland se patentó en 1952 como un "aparato de clasificación y método", pero el invento de Woodland se dedicaría a acumular polvo los siguientes 20 años, dado que los escáneres y otros equipos necesarios para poner el sistema en marcha eran demasiado caros.

 

En 1973, un grupo de ejecutivos de supermercados dirigido por Alan Haberman decidió que necesitaban algún tipo de símbolo que fuera leído por un escáner, con la finalidad de hacer las líneas de pago más rápidas. Así que elaboraron una lista de especificaciones de lo que su “símbolo ideal” debería tener, y para ello le pidieron a 14 empresas, entre ellas IBM, que ayudaran a llegar a un solución.

 

 

 

 

En ese momento Laurer trabajaba en IBM y fue el encargado de hacer que el “aparato de clasificación y método" de Woodland –los bullseye- funcionaran y fueran viables. Pero Laurer no creía que el código circular cumpliera con las especificaciones establecidas por la industria de la alimentación y comercio, así que se propuso hacer algo que sí lo hiciera. Finalmente, Laurer presentó un diseño rectangular que contenía más código en menos espacio. El "Comité de Selección de símbolos" votó por unanimidad por el “símbolo rectangular” de Laurer y lo llamaron el “Código Universal de Producto” o UPC. Un año más tarde, en 1974, un paquete de goma de mascar de marca Wrigley se convirtió en el primer producto con un UPC en ser escaneado

De acuerdo con GS1 (Global Standards One), la agencia que emite los números de código de barras, hoy en día se escanean alrededor de 5 mil millones de códigos de barras todos los días en todo el mundo.

 

El código de barras de Laurer y Woodland ha dado lugar a un montón de otros códigos de barras que se utilizan para todo tipo de cosas. Existe el código 128, que se utiliza principalmente para el envasado y envío; el POSTNET es utilizado por algunas oficinas postales para clasificar el correo, por mencionar algunos. 

Después de muchos años -y con ayuda de la tecnología- nacen los códigos QR (Quick Response, por sus siglas en inglés), pero éstos no son emitidos por la agencia GS1 y pueden ser generados por cualquiera que los necesite, ya sea desde un smartphone, hasta una computadora, dado que hay cientos de aplicaciones y sitios web que ayudan a generarlos. 

 

Los códigos de barras han penetrado tan profundamente en la imaginación popular que, como dato curioso, hay quienes incluso crearon una teoría de conspiración acerca de ellos. Algunas personas creen que el número de la bestia (666) se codifica en cada código de barras UPC. Lo cual es más o menos cierto, ya que sí hay tres números seis codificados en cada código de barras; la respuesta del porqué es un poco técnica y no tiene nada que ver con las Revelaciones o Satanás. George Laurer la aborda en su página web. 

 

Resulta interesante todo lo que un código de barras puede decirte de un producto, desde quién lo fabrica, hasta qué es, y seguramente te entretendrás unos instantes tratando de comprobar –con la fórmula vista en el video– si tal código es correcto. 

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