Tal cual señala Fumito Ueda, The Last Guardian es un videojuego que recopila los “grandes éxitos” de ICO y Shadow of the Colossus. Como en ICO, controlas a un misterioso niño aprisionado en una fortaleza enorme, y como ocurrió en Shadow of the Colossus, buena parte del juego la pasas guiando o siguiendo a una bestia gigante llamada Trico. The Last Guardian es un juego único y también uno realmente emotivo.
Lo que hace a The Last Guardian un videojuego memorable son los lazos emocionales que crea a partir de la relación de confianza entre el niño y Trico. Sin arruinar la trama, los primeros minutos de The Last Guardian tratan sobre ganarse la confianza de Trico, una criatura que en la mitología del juego es descrita como “la bestia de devora a los grandes hombres”. Una vez establecida, ambos compañeros deberán sumar esfuerzos para salir de su cautiverio. Pero, este entendimiento entre el niño y Trico no se da como ocurre normalmente en los videojuegos, sino que –guardando toda proporción–, se asemeja más a la relación entre una persona y una mascota. Trico actúa con conciencia propia, y aunque conforme avanza el juego es posible ordenarle, a veces obedecerá y a veces no.
Debe ser por Dog Chow.
The Last Guardian también es un videojuego atípico en relación a cómo suelen explicarse las mecánicas de juego en videojuegos. Los tutoriales son casi inexistentes –o más bien invisibles– y son comunicados al jugador a través de un narrador. A diferencia de otros juegos, las mecánicas básicas de The Last Guardian no se asimilan sino hasta bien avanzado el juego.
Estas peculiaridades vuelven a The Last Guardian un juego único que, sin embargo, no está libre de defectos. La cámara suele entorpecer la acción y los controles se sienten propios de otra generación. Pero, sin realizar ninguna concesión, las virtudes de The Last Guardian opacan sin problemas sus deficiencias. Por ejemplo, el comportamiento de Trico es técnicamente sobresaliente, no solo por la naturalidad de su comportamiento –realmente se siente vivo–, sino también por credibilidad de sus movimientos, como estos:
Trico acercándose como un gato curioso:
Al que no le gusta el agua:
En una entrevista que Ueda concedió al portal 1UP.com en 2009, explicó que el comportamiento de Trico fue diseñado “deliberadamente desbalanceado, pues que luciera extraño era importante”. Si en algún momento Trico se muestra testarudo, la decisión fue intencionada. genDESIGN logró un trabajo sobresaliente creando a Trico.
Sin embargo, The Last Guardian no solo brilla por Trico, sino también por el diseño de sus puzzles. Cada cuarto que el niño y Trico recorren es una especie de acertijo, cuya solución es sugerida de forma sutil en el juego o yace escondida en los alrededores. En una ocasión, por ejemplo, la solución para avanzar al siguiente cuarto era verdaderamente obvia, pero tardé en razonarla pues… digamos que en la mayoría de los juegos eso no es posible. El diseño de The Last Guardian es simple y por eso es destacado.
Muchos de los escenarios son de vértigo.
He disfrutado The Last Guardian tanto como disfruté ICO y Shadow of the Colossus. Lamento que el juego haya demorado más de siete años desde su presentación en E3 2009, y me causa curiosidad conocer por qué tuvo tantos problemas técnicos que impidieron que un videojuego que, en esencia es el mismo que Ueda mostró hace siete años, se convirtiera en uno de los lanzamientos más problemáticos en la historia de los videojuegos. Sin embargo, como jugador agradezco que el proyecto haya seguido en pie. Son pocos los videojuegos del corte de The Last Guardian y esta característica, sumada a todas sus virtudes, defectos y peripecias, lo hacen único. Si en algún momento es necesario debatir si los juegos pueden ser arte o no, The Last Guardian es uno de los argumentos a favor más sólidos.
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