Diferendos de privacidad aparte, es indudable que WhatsApp es un mensajero practiquísimo. Sus más de mil millones de usuarios a nivel mundial lo hacen también una de las apps de mensajería más utilizadas. Por eso,y porque hemos sido víctimas y victimarios de varios de los puntos aquí señalados, sugerimos algunos consejos para hacernos la vida más amena en WhatsApp.
1. Evita saturar con mensajes, o, según la jerga techie, di no al flood. Cada mensaje en WhatsApp equivale a una notificación, timbrado o vibración, y dado que recibimos un sinfín de ellas a diario, mejor escribir un “Hola, ¿cómo estás? Te parece si vamos al cine por la noche?” que
“Hola
¿cómo estás?
Te parece si vamos
al cine por la noche?
2. No enviar mensajes en grupos si la charla es entre dos o tres personas. En serio, si la conversación se limita a unas cuentas personas, ¿por qué no mejor hacerlo en otro grupo? Lo mismo cuesta mudarse a un grupo “Club de Toby” que silenciarlo mientras dura la conversación.
3. Respeta horarios, sobre todo si son grupos de trabajo. Regla de oro. Nada más molesto que recibir un mensaje-notificación el martes a media noche –o peor aún, el viernes en plena fiesta– del grupo que se supone debería tener un horario de no más de ocho horas. Si es algo urgente qué mejor que rendir honores a Graham Bell.
4. Cuida la ortografía. Este consejo no solo vale en WhatsApp, sino prácticamente en la vida diaria. ¿Problemas para distinguir entre haya, halla, allá y aya? Ahí está Swiftkey, una de las mejores aplicaciones de teclado, que además de corregir ortografía, se adelanta a lo que uno quiere escribir.
5. Escucha tus mensajes de voz en privado. De verdad, a nadie le interesa –o debería interesarle– el mensaje que con tanto entusiasmo envió esa persona especial, así que en vez de escucharlo colocándote el teléfono a unos centímetros de la oreja, hazlo como si estuvieras en una llamada. Viva la privacidad.
6. Mantén tus mensajes cortos. Porque si se va a escribir un tratado, lo mejor será levantar el teléfono y hacer una llamada, que después de todo por algo tenemos el don del habla.
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