Los científicos realizaron el experimento con camisetas blancas, que fueron cortadas en tiras y sumergidas en una disolución de boro. Más tarde, las retiraron de la disolución y las calentaron en un horno. El calor transformó las fibras de algodón en fibras de carbón, así produjeron el carburo de boro.
Como resultado, estas camisas son más cómodas, livianas y se ajustan al cuerpo de las personas. Además, brindan la seguridad necesaria para proteger la vida de las personas que viven en ciudades peligrosas y en constante guerra.
Probablemente, alguna vez el agente 007 James Bond sacó algo similar en alguna de sus películas, pero ahora vemos que ya no es sólo ficción.