Para esto usaron la lipofección, técnica que implica introducir el chip en un liposoma, que después es incorporado de forma espontánea por la célula. Utilizaron células humanas HeLa y de la amiba unicelular Dictyostelium discoidem.
Posteriormente, los investigadores comprobaron que la mayoría de éstas seguían con vida siete días después de que les introdujeron el chip. Éste también pueden estar compuesto de polisilicio y oro, y puede incluir diferentes estructuras nanométricas mecanizadas.
Gracias a esto, es posible detectar si la célula está enferma y, en consecuencia, asignarle una sustancia terapéutica o destruirla.
En la investigación han participado investigadores de tres institutos del CSIC: el Instituto de Microelectrónica de Barcelona, el Centro de Investigaciones Biológicas y el Instituto de Investigaciones Químicas y Ambientales de Barcelona. Los directores de la investigación son José Antonio Plaza y Teresa Suárez. En un futuro, se espera que estos chips permitan el estudio de regiones específicas de la célula.