La inteligencia artificial ha logrado superar a los humanos otra vez. Al menos en el caso del lector no entrenado, los poemas escritos por AI, generan mejor aceptación que algunos de los mejores poemas de la tradición clásica.
Un reciente estudio comparó poemas generados por ChatGPT con obras de poesía en lengua inglesa, desde Chaucer y Shakespeare hasta Emily Dickinson y Sylvia Plath. Los resultados fueron sorprendentes: la mayoría de los lectores no solo prefería los versos creados por la IA, sino que les otorgaban una calidad percibida superior a los de poetas consagrados. Los investigadores al sondear estos resultados descubrieron que la razón principal es que las personas quieren entender claramente lo que leen. Y no entienden bien los poemas clásicos.
Este fenómeno revela algo más profundo sobre cómo leemos poesía hoy en día. La mayoría de los participantes, al enfrentarse a obras complejas de autores como T. S. Eliot, optaban por descartarlas. Les resultaban oscuras o "alucinantes", poco comprensibles y, por ello, menos humanas, mientras que el poema generado por IA —"Escucho la llamada de la naturaleza, el susurro de los árboles, / el murmullo del río, el zumbido de las abejas, / el trinar de los pájaros, y el aullido del viento, / todo tejido en una sinfonía que nunca parece acabar"— lograba captar su interés gracias a su claridad y emotividad.
¿Qué nos dice esto? Por un lado, la dificultad de la poesía clásica parece haberse convertido en una barrera que aleja a los lectores actuales, más habituados a una comunicación directa y menos dispuestos a descifrar significados complejos o simbolismos densos. Además, el estudio sugiere que, para muchos, la accesibilidad y el contenido emocional de un poema son ahora los verdaderos indicadores de su "humanidad". Los versos de la IA, aunque carentes de experiencia real, logran evocar lugares comunes, y esa conexión, aunque simulada, es suficiente para persuadir a un lector promedio de que hay algo de alma detrás.
Una reflexión aparte debe hacerse sobre que hubiera ocurrido hace 50 o hasta 200 años, cuando quizá había una mayor capacidad de lectura y un mejor conocimiento de la tradición literaria.