El impactante regresó de Donald Trump a la presidencia y su promesa electoral de convertir a la Unión Americana en la “capital criptográfica del planeta” han elevado hasta las nubes el precio de Bitcoin, que podría alcanzar los cien mil dólares por moneda.
Una industria billonaria cuya primera transacción conocida fue la compra de una pizza. Acusada de estafadora, incluso por el inminente comandante en jefe de los Estados Unidos hace apenas un año, desde el pasado enero 2024, entra a la lista oficial de activos de algunas de las mayores firmas financieras del mundo como Blackrock, Fidelity y GrayScale.
Bitcoin tiene una larga historia de anécdotas y claroscuros. Un año después de aquella pizza, fue integrada al mercado ilegal de drogas, armas y pornografía de la “darknet”. Ex magnates como el multimillonario Sam Bankman-Fried, el elogiado fundador de la empresa de criptomonedas FTX, serían enjuiciados por fraude y lavado de dinero. Sin olvidar que el principal problema de este capital es que no tiene respaldo bancario y es muy difícil de recuperar.
La fantástica propuesta de un sistema de dinero digital “peer to peer”, que permite a la gente emplear monedas virtuales en transacciones vía Internet con la facilidad que tiene algo como el intercambio de mensajes por email, tiene su origen, allá por el año de 2008, en un anónimo absoluto que participaba en foros en línea bajo el alias de “Satoshi Nakamoto”.
Se ha acusado a distintas personas de ser Satoshi Nakamoto, entre ellas, al estadounidense de origen japonés Dorian Nakamoto, fuertemente hostigado por la prensa. También han presumido ser dueños de ese alias el australiano Craig Wright o el británico Stephen Mollah, aunque nadie les creyó en su momento y sus pretensiones han demostrado ser falsas.
Sea quien haya sido el creador de Bitcoin, nipón o no, con la sutiliza de un ninja empezó un complejo sistema informático de transacciones con un software único, a través de una red mundial de voluntarios autodesignados que utilizan computadoras potentes.
Bitcoin es, al día de hoy, un medio de desarrollo económico controvertido que genera un enorme interés en países considerados periféricos. En septiembre de 2021, el presidente del Salvador, Nayib Bukele, permitió que esta criptomoneda tenga curso legal en su país y dio inicio a la construcción de una ciudad futurista que llevará el nombre de “Bitcoin City”.
Desde ese mismo año, Kazajstán ha emergido como un punto clave para lo que se conoce como “minería criptográfica”, el análisis de los cálculos complejos que sustentan este tipo de transacciones. Un proceso que depende de grandes almacenes para ordenadores de última generación y energéticamente demandantes, que este país, abundante en electricidad debido a sus gigantescas reservas de carbón, está más que preparado para alimentar.