Opinión: Videojuegos en el CES, ¿qué vi?

Encontré cierto conflicto inicial cuando se me encargó que cubriera todo lo relacionado a videojuegos en el Consumer Electronics Show 2015. Después de todo, era mi primer CES. Por otra parte, el CES no es el evento en el que las compañías de la industria del videojuego muestran sus nuevos productos; para eso está la Electronic Entertainment Expo (E3). Sin embargo, vaya que hubo información sobre videojuegos en el CES. “Carnita”, pues.

Pienso que la industria del videojuego se encuentra en una posición curiosa. Las consolas “de nueva generación” tienen poco más de un año en el mercado, y PlayStation presume que ya movió 18 millones de PS4. Vaya cifra, pienso. Pero, ¿hacia dónde va la industria? Sí, seguro que los juegos se verán mejor que nunca –curioso que en la era del 4K los juegos apenas luzcan en auténtico 1080p (Full HD), pero ése es otro tema–, pero con seguridad el CES dice algo más. Una vuelta por el Central Hall del Las Vegas Convention Center, adonde está el booth de Sony, ofrece una respuesta. Y no, no son los sorprendentes gráficos de The Order: 1886 o la embriagante música de Hotline Miami 2, sino PlayStation Now.

PlayStation ahora

Hago memoria y trato de recordar cuándo fue la última vez que compré un Blu-Ray. Haz memoria tú. Seguro que ha pasado un tiempo ya. No hace falta quemar neuronas para encontrar la razón: Netflix. Si aplicamos el mismo ejercicio a la música, el resultado es el mismo –aquí no juega la respuesta hípster de “compro vinilos goeee”–; ¿la causa? El popularísimo Spotify –o mi querido Deezer. No podría asegurarlo, pero pienso que dentro de algunos años es probable que la gente deje de comprar videojuegos, y más bien se dedique a rentarlos.

Lo pienso porque la tecnología en la nube y las tendencias de consumo parecen decir que ése es el camino. En CES 2015 Sony presentó PlayStation Now, y debo decir que el servicio funciona sin contratiempo. No sé cuál haya sido la velocidad que Sony empleó para demostrar PS Now en el CES (debió ser una buena conexión, pero alegan que 5Mb bastan), pero no detecté problemas de latencia. Vaya, era como si hubieran metido un disco de juego a la consola. Claro, hay limitantes. Actualmente PlayStation Now sólo está disponible en PS4 y sólo ofrece juegos de PlayStation 3, pero Sony ha prometido que en breve llegará al PS3, PS Vita, y más interesante, a televisores Bravia. En otras palabras, dentro de algunos meses –o años, quizá– no será necesaria una consola para jugar títulos de PlayStation. El movimiento resulta interesante porque ofrece distintos puntos de análisis. Por ahora sólo pienso que PS Now representa una opción atractiva para quienes ven con desdeño pagar $999 pesos por un videojuego, y es que un mes de PS Now con más de 100 juegos costará $300 pesos ($19.99 dólares).

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¿No te convence? Lo concedería, pero me amparo con las tendencias de consumo. Si PlayStation Now da resultados favorables para Sony, no tengo la menor duda de que en breve veremos estrenos exclusivos para PS Now –justo como Netflix y sus series exclusivas–, e incluso títulos de PS4 a través de membresías premium. Además, tengo la certeza de que pronto Microsoft anunciará un servicio similar para Xbox. Y lo hará no porque le encante copiar a Sony, sino porque un canal de distribución de contenido –eso es PS Now– propio mataría la molestísima relación de las marcas con las tiendas. Les cuesta decirlo, pero muchísimos desarrolladores detestan la venta de juegos usados.

Omnivirtual

Aunque no lo creía, sí hubo un pabellón destinado a los videojuegos en el CES. Estaba ubicado en el South Hall del Las Vegas Convetion Center, y estaba plagado de tonterías como consolas basadas en Android –¡oigan todos, las televisiones ya tendrán Android!– y realidad virtual. Sí, la realidad virtual vuelve desde el averno para colocarse como la nueva gran tendencia en los juegos de video. O al menos eso creen quienes apuestan a la realidad virtual.

Particularmente soy escéptico hacia la realidad virtual en los juegos, y nada tiene que ver con el rotundo fracaso del Virtual Boy –que nunca tuve. Después del CES creo que hablo con conocimiento de causa. Vi el último tech demo del Oculus Rift y debo decir que quedé maravillado. Una sala de museo con una visión gloriosa en 360 grados en la que fui perseguido por un T-Rex, y un mirador que parecía un nivel de BioShock bastaron para que decidiera apartar un Oculus Rift –¡la tarjeta rebotó!–. Luego vi Omni y…

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Omni hubiera llamado mi atención si lo hubiera visto en 1994 en algún comercial de televisión del tipo Now you’re playing with power. Admito que en el CES Omni lucía bien, pero seguro que tenían ensayadísimo el tech demo y que el tipo que lo jugaba tenía una condición física mucho mejor que el jugador promedio. Luego pienso en el precio de venta ($7,500 pesos sin contar los $5,250 del Oculus Rift) y sé que Omni está tan cerca del éxito masivo como el Cruz Azul de un campeonato. En el papel Omni luce como el futuro, pero dudo que el jugador más clavado esté dispuesto a pagar miles de pesos por un periférico que está diseñado sólo para títulos en primera persona. Omni es tecnología apantalla primos, vecinos y anexas, punto. Encima, si tuviera uno, no tengo idea de dónde lo colocaría.

No quisiera ser malinterpretado. Pienso que la realidad virtual nunca había lucido tan cool, pero pienso que empeñarse en centrarla en los videojuegos podría ser un error. Si la realidad virtual quiere pisar sobre el terreno del entretenimiento, definitivamente creo que el cine es el sitio idóneo. Al tiempo.

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