Donkey Kong es un nombre tan inherente al género de plataformas que resulta extraño recordar que la última vez que el carismático gorila contó con un platformer en 3D fue en los días de Nintendo 64, concretamente en 1999, vía Donkey Kong 64, un título que es más recordado por su tormentoso enfoque de recolección (es quizá la cúspide de los llamados “collect-a-thon”), que por sus aportaciones a la corriente. Ello por supuesto no significó que DK se privara de aparecer en otro tipo de títulos —fuesen musicales como Donkey Konga, crossovers como la serie Super Smash Bros., o platformers en 2D como Donkey Kong Country Returns— ni de cobrar fuerza a través de otros frentes de negocio de Nintendo —como el filme The Super Mario Bros. Movie o su propia sección en Super Nintendo World.
Pero tuvo que llegar una nueva generación de consola de la Gran N para que Donkey Kong regresara con otro juego de plataformas en 3D, Donkey Kong Bananza, uno que además sacude la fórmula para ofrecer, por una parte, una propuesta que puede ser disfrutada por audiencias de todas las edades, sin importar que sean expertas en platforming o en el mismo DK, y por otra, una suerte de fantasía de poder (y destrucción) que lo mismo es liberadora que innovadora dentro de los usos y costumbres nintenderos, ofreciendo un espectacular despliegue técnico que hace las veces de tech demo de las capacidades de Nintendo Switch 2 en su primera fase de vida.
Viaje al centro del planeta
Donkey Kong Bananza se centra en las peripecias de Donkey Kong y una joven Pauline, quienes luego de un incidente minero terminan emprendiendo un viaje hacia el centro del planeta para encontrar un misterioso objeto, a la vez que hacen frente al malvado Void Kong y sus secuaces, sin imaginar que la aventura los llevará por distintos biomas llenos de desafíos y secretos, y a reencontrarse con viejos conocidos.
Actualizando y destruyendo plataformas
Los platformers clásicos de Donkey Kong (los Country que Rare hizo para SNES de 1994 a 1996) se caracterizaron por una impresionante calidad gráfica, por su dinámica de dos personajes que podían ser controlados por uno o dos jugadores, y por su perspectiva de platforming en la que había cabida para el reto mismo de las plataformas y para sumergirse en secretos, coleccionables y bonus stages.
Todo esto está presente en Donkey Kong Bananza, un título cuyo despliegue técnico e innovaciones a la fórmula le eran posibles a Nintendo solamente a través de Nintendo Switch 2, constatable en un transversal que versa no sólo en lógica de horizontalidad y verticalidad que a su vez descansa en las mecánicas de escalar, trepar, correr, rodar y brincar de las que hacen uso dos personajes complementarios, sino también en la posibilidad de destruir (casi) toda superficie.
Donkey Kong Bananza se divide en stages que pueden explorarse a voluntad en busca de bananas, fósiles y moneda, con el diferenciador de que el jugador no está sujeto a seguir el trazado default del mapa en turno, pues podrá golpear y destruir pisos, paredes y techos para cavar rutas propias que le ayuden a alcanzar dichos coleccionables. Es un diseño que contagia una sensación de libertad y que en la mayoría de las ocasiones requiere presionar el botón de radar / sonar para detectar algún ítem de interés, no perderlo de vista y comenzar a destruir cuanto sea posible hasta llegar a él.
Las variables son las superficies que no pueden ser destruidas o, en atención a la misión, puntos de difícil acceso a los que se debe llegar, lo que en consecuencia lleva aparejada exploración y resolución de puzzles. Y es aquí donde brilla otro de los enfoques de Donkey Kong Bananza, pues los múltiples ítems que tiene para recolectar no están ligados a la progresión de la aventura como generalmente ocurre en títulos similares, y en su lugar lo que el usuario hace es destinarlos a la compra y mejora de habilidades, y a la adquisición de cosméticos que a su vez pueden tener efectos directos en el gameplay (por ejemplo, mayor velocidad al caminar en nieve).
Si bien el referente inmediato de DK en platforming tridimensional es Donkey Kong 64, Donkey Kong Bananza se parece más a lo que ocurre con la serie Donkey Kong Country, en donde el progreso está ligado a la superación de los stages, es decir, sin estar supeditado a juntar determinada cantidad de coleccionables. Dicho eso, son las bananas las que impactan en el árbol de habilidades (cada vez que se reúnen cinco se gana un punto de stat), mientras que los cosméticos se adquieren en razón de oro, fósiles y demás moneda.
De esta manera, el usuario es libre de decidir si pasará tiempo explorando en cada nivel para encontrar banana y moneda, bajo el apunte de que, si no lo hace, se perderá de la estupenda cantidad de contenido que hay, incluyendo los bonus stages (a la mejor escuela DK), que con el fin de obtener bananas deparan desde derrotar una cantidad determinada de enemigos, encontrar algún objeto y resolver puzzles, hasta ir contrarreloj en distintas actividades. El platforming tridimensional regresó a Donkey Kong y es maravilloso que no sea en virtud de un “collect-a-thon”.
Apartado técnico
Donkey Kong Bananza es básicamente un statement de lo que Switch 2 es capaz de lograr en su primer momento de vida. Estamos ante un juego fascinante en lo visual (hay un abismo de diferencia en texturas, fidelidad y resolución con respecto a Switch 1), que además, a propósito de su mecánica principal de destrucción, arroja una cantidad impresionante de elementos en pantalla —oro y efectos de partículas, por lo general—, a la vez que siembra la duda en torno a la hechicería técnica que tuvo que desarrollarse para darle al usuario el poder de modificar terrenos y superficies a voluntad.
Este juego es un deleite técnico y no hay un solo minuto en el que sea incapaz de fascinar.
Conclusión
Donkey Kong Bananza es el juego de Switch 2 que debía acompañar a la consola en su lanzamiento. Es divertido, impresionante en lo técnico, y creativo en el ángulo de platforming que ofrece. Es un regreso al sentido puro de stages y plataformas, y simultáneamente una renovación a la fórmula, a partir de las posibilidades y libertades (y transformaciones) que le brinda al usuario.
Tal vez le hace falta mayor dificultad, pero es la mezcla de platforming y destrucción que no sabíamos que necesitábamos. Y es, en definitiva, uno de los juegos que más nos han encantado en lo que va de 2025.
Calificación: 9.5/10
Donkey Kong Bananza
Desarrollador: Nintendo EPD
Publisher: Nintendo
Disponible en Nintendo Switch 2