Oslo, capital del Reino de Noruega, es considerada una de las ciudades inteligentes más futuristas. Un logro impulsado gracias a sus increíbles recursos naturales, el robustecimiento de sus instituciones públicas y su cuidado del bienestar colectivo.
Este enfoque ha caracterizado a las socialdemocracias nórdicas, antiguamente pobladas por vikingos adoradores de Odín o Wotan. Sin embargo, el amplio desarrollo social y tecnológico de este relativamente joven y escasamente poblado país, ligado a sus bajos niveles de desocupación y a la participación estatal a gran escala en sectores clave de la economía, como la extracción de petróleo y la energía hidroeléctrica, también se ha convertido en una amenaza para el medio ambiente que sigue exigiendo estrategias de vanguardia.
Es así que esta corona luterana ha recurrido a sus mejores ingenieros para pensar en soluciones prácticas e innovadoras que permitan mantener el alto nivel de vida en Noruega a través de un equilibrio natural más que necesario, dando prioridad a reglas verdes de reutilización y mejor aprovechamiento de sus recursos. Soluciones puestas a prueba en la capital, una urbe que, no por nada, es la sede del Premio Nobel de la paz, un galardón para quienes luchan por la armonía humana, imposible si una armonía holística.
Hacia el año 2030, Oslo se ha comprometido con liberar cero emisiones netas de carbono y, al mismo tiempo, que todos sus edificios nuevos cumplan con sus normas de eficiencia energética. La capital noruega cuenta con la mayor flota del mundo de trasportes eléctricos, híbridos y de combustibles alternativos, algo que ha conseguido invirtiendo en autobuses, tranvías y transbordadores eléctricos públicos, alimentados por una red principalmente de energías renovables. Para este 2025 ha previsto matricular únicamente vehículos no contaminantes.
Durante el invierno, las plantas incineradoras de residuos de Oslo calientan la mayoría de las casas de sus poco más de seiscientos mil habitantes. La energía hidroeléctrica representa alrededor del sesenta por ciento del consumo energético de esta población. También, desde 2025, la ciudad exigirá que todas las obras de construcción encargadas por su gobierno liberen cero emisiones, algo inédito para cualquier capital europea o en el resto del mundo.
Imagen: Oslo, Noruega, Visit Norway.