Por supuesto, no podemos atribuir todos los méritos o deméritos de una franquicia a una sola persona. Ni siquiera en 1987, cuando el original habría sido otro juego sin los diseños de Yoshitaka Amano o la música de Nobuo Uematsu (sin olvidar tampoco a los encargados de programar, dibujar sprites o incluso contribuir con ideas para la historia). Sakaguchi podía ser el director, pero al igual que el cine necesita un guión, actores, utilería y horas de edición, los videojuegos tienden a ser trabajos en equipo que no llegan lejos —o a las mismas cotas de calidad— si fallan una o varias piezas.