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En Japón, los muñecos parlantes son la nueva moda entre los ancianos


Los muñecos parlantes siempre se han pensado como un juguete para los niños, pero en Japón son todo un éxito entre las personas de la tercera edad. Descubre por qué.

por: Carla L. G. Hurtado Carla L. G. Hurtado

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Japón se ha hecho famoso por la creación de robots inteligentes y ahora incursiona en el mundo de los muñecos parlantes, sólo que en esta ocasión enfocados en ayudar a que las personas de la tercera edad no se sientan solos.

 

Varias compañías han desarrollado muñecos que van más allá de solo repetir frases preestablecidas para motivar conversaciones sencillas. Sin embargo, en el país nipón se han convertido en un éxito en muchos asilos y se han ganado elogios por parte de varios científicos, ya que incluso parecen ser benéficos para los casos de demencia senil. 

 

La señora Nobu Komatsu, de 86 años de edad, habló con el noticiero japonés Kyodo News Service sobre su “Oshaberi Makun” (Makun Parlante), un muñeco que reconoce ciertas palabras y responde con la voz de un niño de cinco años de edad. "Después de pasar alrededor de un mes con este muchacho, empecé a sentir afecto por él y no puedo dejarlo solo. Me siento más alegre y hablo más a menudo", dijo acariciando a su Makun.

Oshaberi Makun no es el único modelo, también está "Yumenoko Neruru", que canta 50 canciones, "Unazuki Kabochan", el muñeco que afirma, y "Primopuel", que llama a sus propietarios por su nombre. La compañía Bandai, que desarrolló a Primopuel, aclaró que inicialmente dicho muñeco estaba pensado para mujeres que rondaban los 20 años; sin embargo, fue toda una sorpresa ver el éxito que tuvo entre las personas mayores. Los ejecutivos creen que los jóvenes, que no tienen el tiempo de visitar a sus mayores, compran estos muñecos para ellos.

 

El gobierno japonés reconoce que la soledad y olvido hacia los ancianos es un problema en el país. Un estudio elaborado en el 2012 mostró que alrededor de una cuarta parte de los ancianos que viven solos en los asilos pueden pasar días sin tener una conversación con otra persona.

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